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viernes, 18 de abril de 2014

CUENTOS DE TERROR CHILENOS: EL COLO COLO



Negra y fria era la noche en torno y encima del rancho de José Maria Pincheira, uno de los últimos del fundo Los Perales. Eran ya más de las nueve y hacía rato que el silencio, montado en su macho negro, dominaba los caminos que dormían vigilados por los esbeltos álamos y los copudos boldos. Los queltehues gritaban, de rato en rato, anunciando lluvia, y algún guairao perdido dejaba caer, mientras volaba, su graznido estridente.

Dentro del rancho la claridad era muy poco mayor que afuera y la única luz que allí brillaba era la de una vela que se consumía en una palmatoria de cobre. En el Centro del rancho habia un brasero y alrededor de él dos hombres emponchados. Sobre las encendidas brasas se vela una olla llena de vino caliente, en el cual uno de los emponchados, José Manuel, dejaba caer pequeños trozos de canela y cáscaras de naranjas.

-Esto se está poniendo como caldo - murmuró José Manuel.

-Y tan oloroso... Déjame probarlo -dijo su acompañante.

-No, todavía le falta, Antuco.
 Psch! Hace rato que me está diciendo lo mismo. por el olorcito, parece que ya está bueno.

-No. acuérdese que tenemos que esperar al compadre Vicente y que si nos ponemos a probarlo, cuando el llegue no habrá ni gota.

¡Pero tantísimo que se demora! -Pero si no fue allí no más, pues, señor. Tenía que llegar hasta los potreros del Algarrobillo, y arreando. Por el camino, de vuelta lo habrán detenido los amigos para echar un traguito.

-Si, un traguito. . Mientras el caballero le estará atracando tupido al mosto, nosotros estamos aquí escupiendo cortito con el olor.

Déjame probarlo, José Manuel.

-Bueno, ya está, condenado; me la ganaste. Toma.

Metió José Manuel un jarrito de lata en la olla y lo sacó chorreando de oloroso y humeante vino, que pasó a su amigo, el cual, atusándose los bigotes, se dispuso a beberlo. En ese instante se sintió en el camino el galope de un caballo; después, una voz fuerte dijo:

Compadre José Manuel!

-¡Listo! -gritó Pincheira, levantándose, y en seguida a su compañero-: ¿No te dije, porfiado, que llegaría pronto?

-Que llegue o no, yo no pierdo la bocarada.

Y se bebió apresuradamente el vino, quemándose casi.

Frente a la puerta del rancho, el campero Vicente Montero había detenido su caballo.

-Baje pues, compadre.

-A bajarme voy...

Desmontó. Era un hombre alto, macizo, con las piernas arqueadas. vestido a usanza campesina.

-Entre, compadre; lo estoy esperando con un traguito de vino caliente.

- Ah, eso es muy bueno para matar el bichito! Aunque ya vengo medio caramboleado. En casa del chico Aurelio, casi me atoraron con vino.

Avanzó a largos y separados pasos, haciendo sonar sus grandes espuelas, golpeándose las polainas con la gruesa penca. A la escasa luz de la vela se vio un instante el rostro de Vicente Montero, obscuro, fuerte, de cuadrada barba negra. Después se hundió en la sombra, mientras los largos brazos buscaban un asiento.

-Está haciendo frío.

-Debe estar lloviendo en la costa.

-Bueno, vamos a ver el vinito.

-Sirve, Antuco..

Llenó Antonio el jarrito y se lo ofreció a Vicente. Este lo tomó, aspiró el vaho caliente que despedía el vino, hizo una mueca de fruición con la nariz y empezó a bebérselo a sorbitos, dejando escapar gruñidos de satisfaccion.

-Esto está bueno, muy bueno. Apuesto que fue Antuco el que lo hizo. Es buenazo para preparar mixturas. Creo que se ha pasado la vida en eso.

-No -protestó Pincheira-. lo hice yo. y si no fuera porque lo cuidé tanto, Antuco lo habría acabado probándolo.

Rió estruendosamente Vicente Montero. Devolvió el jarrito y Antonio lo llenó de nuevo, sirviéndole esta vez a José Manuel.

-Bueno, cuenta. ¿cómo te fue por allá?

-Bien; dejé los animales en el potrero y después me entretuve hablando con las amistades.

- ¿Cómo está la gente?

-Todos alentados. .. ¡ Ah, no! Ahora que me acuerdo, hay un enfermo.

- ¿Quién?

-Taita Gil..Pobre viejo, se va como un ovillo.

-¿Y qué tiene?

-¡Quién sabe! Allá dicen que es el colocolo el que lo está matando, pero para mí que es pensión. ¡ Le han pasado tantas al pobre viejo, y tan seguidas!

-Bien puede ser el colocolo. .

-¡Qué va a ser, señor! Oye, Antuco, pásame otro traguito...Volvió a circular el jarro lleno de vino caliente.

- ¿Tú no crees en el colocolo?

-No, señor, cómo voy a creer.Yo no creo más que en lo que se ve. Ver para creer, dijo Santo Tomás. ¿Quién ha visto al colocólo? Nadie. Entonces no existe.

-Psch! ¿Así que tú no crees en Dios?

-Este... No sé, pero en el colocolo no creo. ¿Quién lo ha visto?

-Yo lo he visto -afirmó José Manuel.

-Si, con los ojos del alma... ¡Son puras fantasías, señor! Las ánimas, los chonchones, el colocolo, la calchona, las candelillas. . . Ahí tienes tú: yo creo en las candelillas porque las he visto.

-¡No estés. payaseando! -exclamó asustado Antonio.

-Claro que las vi.

-A ver, cuenta.

-Se lo voy a contar... Oye, Antuco, pásame otro trago.

- ¡Así tan seguido se pierde el tañido!:

-¿No lo hicieron para tomar? Tomémoslo, entonces. José Manuel y Antonio se echaron a reír.

-¡Este diablo tiene más conchas que un galápago!

-Bueno, cuenta...

-Espérense que mate este viejo.

Se bebió el último sorbo que quedaba en el jarro, lanzó un sonoro ¡ ah! y dijo:

-Cuando yo era muchachón, tendría unos diecinueve años, fui un día a la ciudad a ver a mi tío Francisco, que tenía un negocio cerca de la plaza. Allá se me hizo tarde y me dejaron a comer. Después de comida, cuando me vieron preparándome para volver a casa, empezaron a decirme que no me viniera, que el camino era muy solo y peligroso y la noche estaba muy obscura. Yo, firme y firme en venirme, hasta que para asustarme me dijeron: “-No te vayas, Vicente; mira que en el potrero grande están saliendo candelillas...

-¿Están saliendo candelillas? Mejor me voy; tengo ganas de ver esos pajaritos.

Total, me vine. Traía mi buen cuchillo y andaba montado. ¿Qué más quiere un hombre? Venía un poco mareado, porque había comido y tomado mucho, pero con el fresco de la noche se me fue pasando. Eché una galopada hasta la salida del pueblo y desde ahí puse mi caballo al trote. Cuando llegué al potrero grande, tomé el camino al lado de la vía, al paso. Atravesé el río. No aparecían las candelillas. Entonces, creyendo que todas eran puras mentiras, animé el paso del caballo y empecé a pensar en otras cosas que me tenían preocupado. Iba así, distraído, al trote largo, cuando en esto se para en seco el caballo y casi me saca librecito por las orejas. Miré para adelante, para ver si en el camino había algún bulto, pero no vi nada. Entonces le pegué al caballo un chinchorrazo con la penca en el cogote, gritando:

-¿Qué te pasa, manco del diablo?

Y le aflojé las riendas. El caballo no se movió. Le pegué otro pencazo. Igual cosa. Entonces miré para los costados, y vi, como a unos cien pasos de distancia, dos luces que se apagaban y encendían, corriendo para todos lados. Allí no había ningún rancho, ninguna casa, nada de donde pudiera venir la luz. Entonces dije: “Estas son las candelillas”.

- ¿Las candelillas? -preguntó Antonio.

-Las candelillas. . . Pásame otro trago, por preguntón... Como el caballo era un poco arisco, no quise apurarlo más. Me quedé allí parado, tanteándome la cintura para ver si el cuchillo saldría cuando lo necesitara, y mirando aquellas luces que se encendían y se apagaban y corrían de un lado para otro, como queriendo marearme. No se veía sombra ni bulto alguno... De repente las luces dejaron de brillar un largo rato y cuando yo creí que se hablan apagado del todo, aparecieron otra vez, más cerca de lo que estaban antes. El caballo quiso recular y dar vuelta para arrancar, pero lo atrinqué bien. Otro rato estuvieron las luces encendiéndose y apagándose y corriendo de allá para acá. Se apagaron otra vez sin encenderse un buen momento, y aparecieron después más cerca. Así pasó como un cuarto de hora, hasta que acostumbrándome a mirar en la obscuridad, empecé a ver un bulto negro, como una sombra larga, que corría debajo de las luces. . . “Aquí está la payasada”, me dije.
Y haciéndome el leso, principié a desamarrar uno de los pesados estribos de madera que llevaba; lo desaté y me afirmé bien la correa en la mano derecha. Con la otra mano agarré el cuchillo, uno de cacha negra que cortaba un pelo en el aire, y esperé.

Poco a poco fueron acercándose las luces, siempre corriendo de un lado para otro, apagándose y encendiéndose. Cuando estuvieron como a unos cuarenta pasos, ya se veía bien el bulto; parecía el de una persona metida dentro de una sotana. Lo dejé acercarse un poquito más y de repente le aflojé las riendas al caballo, le clavé firmes las espuelas y me fui sobre el bulto, haciendo girar el estribo en el aire y gritando como cuando a uno se le arranca un toro bravo del pillo: ¡Allá va, allá va valla valla vallaaaaa!. El bulto quiso arrancar, pero yo iba como celaje. A quince pasos de distancia revoleé con fuerzas el estribo y lo largué sobre el bulto. Se sintió un grito y la sombra cayó al suelo. Desmonté de un salto y me fui sobre el que había caído, lo levanté con una mano y zamarreándolo, mientras lo amenazaba con el cuchillo, le grité:

- Quién eres tú? ¡ Habla!

No me contestó,pero se quejó. Lo volví a zamarrear y a gritar, y entonces sentí que una voz de mujer, ¡ de mujer, compadre! me decía:

-No me hagas nada, Vicente Montero...

- ¿Era una mujer?

-¡Una mujer, compadrito de mi alma! Y yo, bruto, le había dado un estribazo como para matar un burro.. Pásame otro trago, Antuco. Al principio no me di cuenta de quién era, pero después, al oírla hablar más, vine a caer: era una mujer conocida de la casa, que tenía tres hijos y a quien se le había muerto el marido tres meses atrás. Le pregunté qué diablos andaba haciendo con esas luces, y entonces me contó que lo hacía para ganarse la vida. porque como la gente era tan pobre por allí, no tenía a quién trabajarle y no quería irse para la ciudad y dejar abandonados a sus niños. En vista de todo esto, había resuelto ocuparse en eso.

-¡ La media ocupación que había encontrado!

-Se untaba las manos con un menjuije de fósforos y azufre que se las ponía luminosas y salía en el potrero a asustar a los que pasaban, abriendo y cerrando las manos y corriendo para todos lados. Algunos se desmayaban de miedo; entonces ella les sacaba la plata que llevaban y se iba... Total, después que se animé y se sacó la sotana en que andaba envuelta, la subí al anca y la traje para el pueblo... Y desde entonces, hermano Juan de Dios, cuando me hablan de ánimas y de aparecidos, me río y digo: “¡ Vengan candelillas, ánimas y fantasmas, teniendo yo mi estribo en la mano! Sírveme otro traguito. Antuco....

-¡ Pero, hombre, te lo has tomado casi todo vos solo!

- ¿Pero no lo habían hecho para mi?

-Ahí tienes tú, Vicente; yo no creo mucho en ánimas, pero en el colocolo, sí. Mi padre murió de eso.

-Sería alguna enfermedad -dijo Vicente, desperezándose-. Me está dando sueño con tanto vino y tantos fantasmas. ¡ Ah! -bostezó.

-Y te voy a contar cómo fue, sin quitarle ni ponerle nadita.

-Cuenta, cuenta.

-Hasta los cuarenta y cinco años, mi padre fue un hombre robusto, bien plantado, macizote. Cuando esto pasó, yo tendría unos diecinueve años. Vivíamos en Talca, cerca de la estación.

Un día, por éstas y por las otras, mi padre decidió que nos cambiáramos a otra casa, a una que estaba al lado del presidio. La casa era de adobe, grande, aunque muy vieja; pero nos convenía el cambio, porque andábamos un poco atrasados. Cuando nos estábamos cambiando, vino una viejita que vivía cerca y le dijo a mi padre:

-Mira, José María, no te vengas a esta casa. Desde que murió aquí el zambo Huerta. nadie ha podido vivir en ella sin tener alguna desgracia en la familia. . La casa está apestada; tiene colocolo.

Mi padre se rió con tamaña boca. Colocolo! Eso estaba bueno para las viejas y para asustar a los chiquillos, pero a los hombrecitos como él no se les contaban esas mentiras.

-No tenga cuidado, abuela; en cuanto el colocolo asome el hocico, lo hago ñaco de un pisotón.

Se fue la veterana, moviendo la cabeza, y nosotros terminamos la mudanza. La casa era muy sucia, había remillones de pulgas y las murallas estaban llenas de cuevas de ratones. . . En el primer tiempo no sucedió nada, pero, a poco andar, mi padre empezó a toser y a ponerse pálido; se fue enflaqueciendo y en la mañana despertaba acalorado. De noche tosía tan fuerte que nos despertaba a todos. Le dolía la espalda y sentía vahídos.

-¿Qué diablos me está dando? -decía.

Mi madre le preparó algunos remedios caseros y le daba friegas. No mejoraba nada. “-¿Por qué no ves un médico, José María? -le decía mi madre.

-No, mujer, si esto no es nada. Debe ser el garrotazo el que me ha dado.. . Pasará pronto.

Pero no pasaba; al contrario, empeoraba cada día más. Después le vino fiebre y un día echó sangre por la boca. Se quejaba de dolores en la espalda y en los brazos. No pudo ir a trabajar. Una noche se acostó con fiebre. Como a las doce, mi madre, que dormía cerca de él, lo sintió sentarse en la cama y gritar:

¡El colocolo! ¡ El colocolo!

-¿Qué te pasa, José María? -le preguntó mi madre llorando.

-¡El colocolo! ¡ Me estaba chupando la saliva!
Nos levantamos todos. Mi padre ardía en fiebre y gritaba que había sentido al colocolo encima de su cara, chupándole la saliva. Esa noche nos amanecimos con él. Al otro día llamamos un médico, lo examinó y dijo que había que darle éstos y otros remedios. Los compramos, pero mi padre no los quiso tomar, diciendo que él no tenía ninguna enfermedad y que lo que lo estaba matando era el colocolo. Y el colocolo y el colocolo y de ahí no lo sacaba nadie.

-¡Y dale con el colocolo! -murmuró Vicente Montero.

-Se le hundieron los ojos y las orejas se le pusieron como si fueran de cera. Tosía hasta quedar sin alientos y respiraba seguidito.

-No me dejen solo -decía-. En cuanto ustedes se van y me empiezo a quedar dormido, viene el colocolo. Es como un ratón con plumas, con el hocico bien puntiagudo. Se me pone encima de la boca y me chupa la saliva. No le he podido agarrar, porque en cuanto quiero despertar se deja caer al suelo y lo veo cuando va arrancando. ¡ No me dejen solo, por Diosito!
En la casa estábamos con el alma en un hilo, andábamos despacito como fantasmas y no sabíamos qué diablos hacer. ¡ No es broma ver que a un hombre tan fuerte como un roble se lo lleva la Pelada sin decir ni ¡ ay!

Y así, hasta que mi padre pidió que llamáramos a la viejecita que le había aconsejado que no nos fuéramos a esa casa. Fuimos a buscar a la señora, vino, y cuando vio el estado en que se encontraba mi padre, le dijo:

-No te dije. José María Pincheira, que no te vinieras a esta casa, que había colocolo?

-Sí, abuelita, tenía razón usted... Pero ¿Qué se puede hacer ahora?

-Ahora, lo único que se puede hacer es aguaitar al colocolo en qué cueva vive; a veces se sabe por el ruido que hace; se queja y llora como una guagua recién nacida. Cuando no grita, para encontrarlo hay que espolvorear el suelo con harta harina, echándola de modo que no quede ninguna huella encima. Al otro día se busca en la harina el rastro del colocolo y una vez que se ha dado con la cueva, se la llena de parafina mezclada con agua bendita... Con esto no vuelve nunca mas.

¿Es un ratón el colocolo? -preguntó mí madre.

-No, mi señora, parece un ratón y no lo es; parece un pájaro y no es pájaro; llora como una guagua y no es guagua; tiene plumas y no es ave.

¿Que es entonces?

-Es... el colocolo. Nace del huevo huero de una gallina. Cuando se deja abandonado un huevo así, sin hacerlo tiras, viene una culebra, se lo lleva y lo empolla; cuando nace, le da de mamar y le enseña a chupar la saliva de las personas que duermen con la boca abierta.

Se fue la señora, dejándonos más asustados de lo que estábamos antes. Esa noche llenamos de harina todo el piso de la pieza, desparramándola de adentro para afuera, de modo que no quedara rastro alguno. Mi hermano Andrés y yo nos tendimos en la puerta, de guardia, armados de piedras y palos, listos para entrar cuando mi padre llamara. Conversando y fumando, nos quedamos dormidos. A medianoche nos despertó el grito de mi padre:

-¡El colocolo! ¡ El colocolo!

Entramos y no hallamos al dichoso bicho. Buscamos las huellas, pero había tantas, que nos salió lo mismo que si no hubiera ninguna. En todas las bocas de las cuevas había huellas de entradas y salidas de ratones. ¿Cómo íbamos a saber cuáles eran las del colocolo?

Al otro día se repitió la pantomima. Mi padre estaba muy mal tosía y tenía una fiebre de caballo. Más o menos a la misma hora de la noche anterior, sentimos que se quejaba como una persona que no puede respirar. Escuchamos y oímos como un gemido de niño chico. De repente mi padre se sentó en la cama y dio un grito terrible. Entramos corriendo y vimos al colocolo; iba subiendo por la muralla hacia el techo.

-¡Allá va, Andrés, mátalo!

Mi hermano, que estaba del lado en que el animal iba subiendo, le dio un peñascazo con tanta puntería, que le pegó medio a medio del espinazo. Se sintió un grito agudo, como de mujer, y el colocolo cayó en un rincón. Si lo hubiéramos buscado en seguida, tal vez lo habríamos encontrado, pero con el miedo que teníamos y con lo que nos demoramos en tomar la luz, el colocolo desapareció, dejando rastros de sangre a la entrada de una cueva.

En la mañana murió mi padre. Vino el médico y dijo que había muerto de la calientita. que la casa estaba infectada y que nos debíamos cambiar de ahí.

Después que enterramos al viejo, hicimos una excavación en la cueva en que se había metido el colocolo, pero no encontramos nada. La cueva se comunicaba con otra.

“Nos fuimos de la casa y un mes después, en la noche, volvimos mi hermano Andrés y yo y le prendimos fuego. Y dicen que cuando la casa estaba ardiendo, en medio de las llamas se sentía el llanto de un niñito...

Terminó su narración José Manuel Pincheira y en el instante de silencio que siguió a su última palabra se oyó un suave ronquido. Vicente Montero se había dormido.

-Se durmió el compadre.

-Debe estar cansado... y borracho.

-¡Eh! -le gritó José Manuel, dándole un golpe con la mano.

Dormido como estaba y medio borracho, el empujón hizo perder el equilibrio a Vicente Montero, que osciló como un barril, inclinándose hacia atrás. Alcanzó a enderezarse y saltó a
un lado gritando:

-¡Epa, compadre!

-¿Qué le pasa, señor? -le preguntó irónicamente Antonio.

-¡Por la madre! Estaba soñando que un colocolo más grande que un ternero me estaba chupando la saliva como quien toma cerveza cuando tiene sed.

Se rieron José Manuel y Antonio. Vicente, desperezándose, dijo:

-Ya debe ser muy tarde.

Buscó en todos sus bolsillos, diciendo:

-¿Dónde está mi reloj?

-¿Tienes reloj, Vicente? Andas muy en la buena.

-Si, tengo un reloj que le compré al mayordomo. Aquí está.
Y sacó un descomunal reloj Waltham.

-Ja, ja! Ese no es un reloj, pues, señor... Eso es una piedra de moler. ¡ Una callana!

-Si, rianse, no más. . . Este es un reloj macuco. Anda mejor que el de la iglesia. Cuando el de la iglesia da las doce, el mío hace ratito que las ha dado Me sirve muchísimo. Estuve como un año juntando plata para comprarlo. No lo dejo ni de día ni de noche. Cuando me acuesto lo cuelgo en la cabecera y le digo: Mañana a las seis, ¿no? Y a las seis en punto despierto. No lo cambio ni por un caballo con aperos de plata.. . Ya son las once y media. Me voy.

Se despidieron los amigos y después de dos tentativas para montar, Vicente Montero montó y se fue. Dejó que su caballo marchara al trote, abandonándose a su suave vaivén. Tenía sueño, modorra; el alcohol ingerido se desparramaba lentamente por sus venas, produciéndole una impresión de dulce cansancio. Inclinó la cabeza sobre el pecho y empezó a dormitar, aflojando las riendas al caballo, que aumentó su carrera. Insensiblemente se fue durmiendo, deslizándose por una pendiente suavísima. De pronto apareció ante sus ojos, en sueños, un enorme ratón con ojos colorados y ardientes que empezó a correr delante del caballo. Corría, corría, dándose vuelta de trecho en trecho para mirarlo con sus ojos ardientes. Después se paró ante el caballo y dando un salto se colocó sobre la cabeza del animal, desde donde empezó a mirarlo fijamente. Era un ratón horrible, con pequeñas plumas en vez de pelos, la cabeza pelada y llena de sarna y el hocico puntiagudo, en medio del cual se movía una lengua roja y fina como la de una culebra. Mucho rato estuvo allí, mirándolo sin cerrar los ojos, hasta que dando un chillido saltó y quedó colgando de la barba de Vicente Montero.

¡Eh! -gritó éste angustiosamente, tirando con todas sus fuerzas de las riendas.

Detenido bruscamente en su carrera, el caballo dio un fuerte bote hacia el costado y Vicente Montero, después de dar una vuelta en el aire, cayó de cabeza al suelo. La violencia del golpe y el estado de semiembriaguez en que se encontraba, hicieron que se desvaneciera. Rezongó unas palabras y allí quedó, medio desmayado y medio dormido.

Así estuvo largo rato... Después despertó, sintió un escalofrío, se restregó los ojos y miró a su alrededor, atontado. Vio a su caballo, unos pasos más adelante, mordisqueando unas hierbas.

- ¿Qué diablos me habrá pasado?

El aire y el sueño le habían avivado la borrachera. Se puso de rodillas, tiritando, procurando explicarse la causa de su estada en ese sitio y en esa postura. Recordó algo, muy vagamente: el colocolo, un hombre que se había muerto porque se le había acabado la saliva, una vieja que echaba harina en el suelo, y un ratón con ojos colorados, sin saber si todo eso lo había soñado o le había sucedido.

Se afirmó en una mano para levantarse, y al ir a hacerlo, miró hacia el suelo. Allí vio algo que lo dejó inmóvil. A un metro de distancia, entre el pasto alto, un ojo claro y brillante lo miraba fijamente.

-Esta sí que es grande -murmuró, volviendo a caer de rodillas y mirando asustado aquel ojo amenazante. Recordó entonces el horrible ratón de ojos ardientes que había visto o soñó ver.
Hizo: ¡Chis! queriendo espantar a aquel ojo fijo, pero éste continuó mirándolo. Si hubiera tenido la estribera. De pronto se estremeció de alegría: recordó que en el sueño, o en lo que fuera, alguien había muerto un colocolo de un peñascazo.

-Espérate, no más... ¡ Colocolo conmigo!

Tanteó en el suelo, buscando una piedra; encontró una de tamaño suficiente como para aplastar media docena de colocolos, y calculando bien la distancia la lanzó hacia aquel ojo luminoso y fijo, gritando:

-¡Toma! Se sintió un leve chirrido y él saltó hacia adelante, estirando la mano hacia el supuesto colocolo. Cogió algo frío y lleno de pequeñas puntas afiladas. Sintió un escalofrío de terror y lanzó violentamente hacia arriba lo que habla tomado; en el momento de hacerlo, sin embargo; recordó algo que le era familiar al tacto en la forma y en la frialdad. Estiró la mano y recogió el objeto que descendía. Lo acercó a sus ojos y vio algo que le hizo darse un golpe de puño en el muslo, al mismo tiempo que gritaba con rabia:

-¡Por la misma remadre! ¡ Mi reloj Waltham!.






Fuente texto: http://www.angelfire.com/mb2/elrinconcuentero/
Fuente Imagen:http://www.taringa.net/posts/imagenes/15275202/Seres-y-criaturas-de-la-mitologia-sudamericana-Parte-3.html

AVES CHILENAS: CUIDADO, PROTECCIÓN Y ALGO MAS.



Ya sabemos todos que Chile por su geografía es un país privilegiado ya que permite la sobrevivencia de las mas variadas criaturas y algunas únicas en el mundo, pero cuanto nos preocupamos realmente de este Patrimonio Natural?... le damos la misma atención que a los hermosos y añosos edificios de nuestras ciudades?... son acaso un punto de interés general?... conoce usted el nombre real de las aves que revolotean por su zona?. Tal ves si, tal vez no, tal ves solo a veces se detienen a verlas o quizás solo las palomas y gorriones están en su lista, lo cierto es que no es un tema que mantenga la atención constante de todos

La magnifica topografía de Chile como explicaba permite la existencia de una amplia diversidad de paisajes climas y micro-climas que ademas favorecen la existencia de fenómenos naturales que solo se pueden dar en esta región del globo, debido a sus condiciones y esto en términos de fauna aunque no deja que Chile sea tan diverso como otros países vecinos, nos da la posibilidad de tener especies únicas y comportamientos únicos en las aves.

En nuestro país tenemos aproximadamente 1.932 especies de vertebrados incluyendo 147 mamíferos 456 aves, 94 reptiles, 56 anfibios y 1.179 peces (según ultimo registro de CONAMA 2008) y varias de estas especies están en peligro de extinción, en especial los peces de agua dulce que se encuentran seriamente amenazados. Es por eso que el Estado chileno ha hecho un gran esfuerzo en incrementar las hectáreas del sistema de áreas protegidas del estado (SNASPE) con la ayuda de CONAF, así encontramos que ya casi 14.000.000 ya están bajo la responsabilidad de esta institución, las cuales administra bajo la categorización de tres tipos de áreas: Parques Nacionales, Reservas Naturales y Monumentos Naturales. Ademas con la función de proteger el Patrimonio Natural Chile a generado otras formas de protección, como aquellas gestionadas por el Consejo de Monumentos Nacionales, u organizaciones civiles cuando se trata de áreas privadas. Pero lamentablemente a pesar del esfuerzo que se hace no es suficiente, la mayor parte de las áreas protegidas están concentradas a lo largo y cercano de los Andes y se deja desprotegidas otras áreas, otros tipos de hábitat, como la zona costera, algunos ecosistemas mediterráneos en el centro de Chile, los valles de Tarapaca y los bosques pantanosos de mirtáceas del sur de Chile, los cuales sirven de hogar a especies de aves de alto interés de conservación, y algunas de ellas son especies endémicas o con pequeños tamaños de poblaciones por lo que se hace urgente una regulación o tener una entidad que se preocupe de ellas. Pensando en esto, aquí me concentro en el tema principal que son nuestras aves, desde el año 1997 es que existe un Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora (CODEFF) quienes han sido primordiales en sus funciones para el establecimiento de nuevas áreas protegidas en el país.

Los objetivos de la CODEFF son claros, fortalecer a sus miembros, preparar e implementar planes de manejo para las reservas establecidas, fortalecer sus miembros preparando e implementando planes de manejo para las reservas, buscar formulas legales de protección de sitios, manejo de incentivos para promover áreas silvestres y promover el intercambio de experiencia, información, entrenamiento y facilitación de acceso de asistencia técnica y legal. Bajo estos objetivos es que ya trabaja con cerca de 100 miembros ONG de variados orígenes para cumplir con la misión final que es la de la protección de la flora y fauna nacional y así incrementar el numero de áreas protegidas en 133 nuevos sitios, cubriendo ademas de las ya contadas 100.000 hectáreas mas a lo largo de todo el país. Con estas medidas y apoyo, directa o indirectamente se a logrado hacer efectiva la regulación de la ley de caza que incluye a las aves, sin embargo en este sistema solo se incluyen 427 especies de aves para el país, pese a que hay una ley general de pesca y Acuicultura (1997) que prohíbe la caza o captura de todos los mamíferos, aves y reptiles marinos por un periodo de 30 años. Es por eso que Chile ha buscado formulas y con ello llegado a firmar y ratificar 10 convenios internacionales relacionados con las aves y otras especies, que incluyen la Conservación para la protección de la Flora y de las Bellezas Escénicas de los Países de América, La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, la Conservación de Ramsar, La Convención de las Especies Migratorias de Animales Silvestres y el Convenio sobre la Diversidad Biológica. pero no todos han funcionado como se esperaba ya que los organismos gubernamentales encargados de supervisar estas entidades o convenios carecen de un marco legal adecuado y fondos suficientes para implementar eficientemente estos avances y contratos. Mientras esto se resuelve, la amenaza a los hábitat de las aves chilenas avanza peligrosamente, y Chile se preocupa, ya que estas criaturas están relacionadas directamente con el tipo de actividades productivas del país.

De acuerdo a la prestigiosa BirdLife Internacional, Chile tiene 33 especies amenazadas de las cuales 4 están catalogadas como de Peligro Critico de Extinción, y dos de ellas solo se encuentran en el archipiélago de Juan Fernandez, 6 están en peligro y 23 están vulnerables y es muy probable que estas cifras se vean aun mas criticas en un tiempo mas si no se actúa con rapidez y eficiencia y tengamos que lamentar casos como el del Zarapito boreal (Numenius borealis) que ya esta extinto.

Áreas de Endenismo en el País.

En Chile podemos encontrarnos con 5 Zonas de Endenismo para Aves (EBAs), que contiene un total de 32 especies de rango de distribución; dos de estas aves son exclusivas de Chile; las Islas de Juan Fernandez y el centro de Chile, mientras que la vertiente Pacifica de Perú y Chile, los Bosques Templados de Chile y la Patagonia del Sur son compartidas con los países vecinos.

En el centro de Chile se mantiene el mayor numero de endenismo del país con especies como la Turca ( Pteroptochos megapodius), la Tenca ( Mimus thenca), el Tapaculo (Scelerchilus albicollis) y la Perdiz Chilena ( Northoprocta perdicaria), mientras que en los bosques templados de Chile se incluyen especies como la Torcaza (Patagioenas araucana), el Choroy ( Enicognathus leptorhynchus), el Huet-Huet (Pteroptochos tarnii), el Tapaculo (Scelorchilus rubecula) y el Churrín de la mocha ( Eugralla paradoxa).

En el archipiélago de Juan Fernández, conformado por las ampliamente conocidas islas Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk y el islote Santa Clara,nos escontramos con tres especies y cuatro subespecies endémicas de aves. Las tres especies endémicas están amenazadas y están restringidas al bioma del Pacífico Subtropical, estas aves son: el picaflor de Juan Fernández (Sephanoides fernandensis), En Peligro Crítico, el rayadito de más afuera (Aphrastura masafuerae) y el Casi Amenazado cachudito de Juan Fernández (Anairetes fernandezianus). Estas islas también proveen de importantes, y a veces únicos, sitios de reproducción para aves marinas como fardelas endémicas y Vulnerables blanca de más afuera (Pterodroma defi lippiana), de más afuera (Pterodroma longirostris), blanca de Juan Fernández (Pterodroma externa), blanca (Puffi nus creatopus) y la golondrina de mar de vientre blanco (Fregetta grallaria).

Otra zona privilegiada y de cuidado es la larga costa chilena que cuenta con la influencia de la corriente de Humboldt, la cual se ha convertido en una de las areas mas productivas del mundo facilitando por ejemplo entre sus muchas virtudes la migración de varias especies marítimas como por ejemplo el Zarapito de pico recto (Limosa haemastica, en Chiloé y Bahia Lomas en la Tierra del Fuego), el Pitotoy chico (Tringa flavipes), los Playeros Árticos (Calidris canutus) y Blanco (C. alba), el Zarapito ( Numenius phaeopus), el Gaviotin elegante ( Sterna elegans) y la gaviota de Franklin ( Leucophaeus pipixcan) y se cree que el 28% de la poblacion de la ultima especie mencionada estaba invernando en el Humedal Rocuant-Andalien (febrero de 2008, P. Ortiz y P. Arrey, com. pers ). Otras especies migratoriasen esta zona y que estan fuertemente amenazadas son: los Albatros de las Antipodas ( Diomedea antipodensis), Real del norte (Diomeda sanfordi) y delas Chatam (Thalassarche eremita). Ademas de estas aves podemos sumar que Chile en sus costas tiene la la colonia mas numerosa del mundo del casi amenazado Lile (Phalacrocorax gaimardi). Pero de que sirven todos estos datos si muchos aun no toman conciencia de la importancia del ecosistema y sobre la protección de las costas del país y el cuidado de sus aves, quizás muchos ignoran que Chile es el único punto de reproducción de varias especies marinas que buscan aguas como las nuestras y climas específicos como el nuestro  como lo son la zona templada y subantártica.

En Isla Guafo, una isla de forma romboide en el extremo sur del Archipielago de Chiloé, una isla que en la actualidad carece de habitación humana permanente, es el hogar de una colonia de Fardeas negras ( Puff nus griseus),  esta es la mayor colonia de estas aves que se conoce en el mundo con 4 millones de individuos, es decir que Chile alberga al 80% de la población mundial de estas aves. También están en una situación similar el Petrel azulado (Halobaena caerulea) anidando en otro grupo de islas, otra especie destacada con la segunda mayor población son los albatros de ceja negra (Thalassarche melanophrys) actualmente en peligro y los Albatros de cabeza gris ( T. chysostoma, ) una especie actualmente vulnerable, sumando así mas del 20% de la población mundial. Todos estos conteos son recientes así como otros estudios que dejan en evidencia que aun queda mucho por hacer, como por ejemplo generar información para la ayuda de las colonias de Golondrinas de mar en el País que tambien es un asunto de importancia global.

Otras regiones de importancia Ornitológicamente incluyen el altiplano, con importantes poblaciones de flamencos como la Parina Chica ( Phoenicoparrus jamesi), una especie casi amenazada y la Pampa del Tamarugal, principal área de reproducción del Vulnerable Cornosebo de los Tamarugales ( Conirostrum tamarugense).

Afortunadamente en los últimos años ha renacido un leve pero creciente interés por la observación e investigación de aves en Chile con la esperanza de cambiar el estado de peligro de varias especies existente en el país como las que ya hemos nombrado y que son como pueden ver varias pero faltan tantas mas como el Peuquito (Accipiter bicolor chilensis), el Pajaro amarillo ( Pseudocolopteryx flaveviventris), etc... sin embargo aun no se logra encontrar una formula perfecta para la protección de las aves que a su vez están relacionadas con varios tipos de actividades económicas por lo que su protección debiera ser aun mayor.

Durante las últimas tres décadas, Chile ha experimentado un importante periodo de crecimiento económico, basado principalmente en la exportación de materias primas en las áreas de minería, acuicultura, pesca industrial, agricultura y silvicultura. Esto ha provocado cambios dramáticos en los paisajes  y añadido más presión a los ya escasos recursos naturales. Las amenazas a las aves están especialmente relacionadas a los humedales costeros y tierras pantanosas, ecosistemas que no cuentan con leyes que los protejan y como resultado, han sido degradados severamente durante la última década en la que se han  identificado como las principales amenazas para las aves chilenas la alteración de los hábitats (afectando al 57,5% de las especies), agricultura (65,2%), minería, silvicultura y cacería (47,5%), cambios en la cadena alimenticia (43,8%) y contaminación (18,7%); aunque para casi la mitad de las especies del país no se identificaron las amenazas específicas. En cuanto a las aves marinas, se reconocieron entre las principales amenazas la recolección de huevos, interacción con la industria pesquera, animales introducidos, explotación de guano y cacería para su uso como cebo.

El Programa de las IBAs en Chile comenzó con un conjunto de sitios identificados por los miembros de la Unión de Ornitólogos de Chile (UNORCH, ahora AvesChile), localizándose estos sitios principalmente a lo largo de la costa e islas, cubriendo principalmente aves marinas. Posteriormente CODEFF, como afiliado de BirdLife, asumió el compromiso de identificar más sitios a partir de una extensa lista elaborada por Álvaro Jaramillo en 2008. Esta lista fue discutida y ampliada ese mismo año a lo largo de varios talleres organizados por CODEFF con la participación de varios ornitólogos independientes, académicos, autoridades de Gobierno como el Ministerio de agricultura (SAG), CONAMA y la Corporación Nacional Forestal (CONAF). La identificación de IBAs en Chile sigue aún en progreso dado que aun faltan áreas del país por cubrir, una vez realizados varios talleres en estas áreas. Por lo tanto, los sitios mostrados aquí son sólo propuestas para futuras IBAs, hasta que los procesos de identificación y delimitación hayan terminado satisfactoriamente con la participación la comunidad ornitológica.

Hasta la fecha, se han propuesto 114 IBAs en Chile; 37 de ellas están totalmente protegidas, dos parcialmente protegidas y 75 carecen de cualquier figura de protección legal. Las IBAs propuestas en Chile han sido identificadas en base a 134 especies. Un total de 81 sitios han sido propuestos para el criterio A1 con 45 especies (amenazadas o Casi Amenazadas); 42 sitios han sido propuestos para A2 (de área de distribución restringida) a través de 25 especies restringidas a cinco Áreas de Endemismo para Aves, 55 sitios han sido propuesto bajo A3 (especies restringidas a biomas) por medio de 68 especies restringidas a los 4 biomas presentes en el país y, finalmente, 74 sitios han sido propuestos para el criterio A4 (especies congregatorias), con un total de 67 especies bajo A4i o A4ii.

Gracias a que la identificación de IBAs en Chile aún se encuentra en proceso, el programa ofrece numerosas oportunidades, muchas de las cuales ya están en marcha. Por primera vez se obtendrá una lista final de sitios importantes para la conservación de las aves, con la que se pretende fomentar el interés por la observación y estudio de las aves en las comunidades locales así como llenar grandes vacíos en información en cuanto a rutas migratorias, áreas de descanso, alimentación y áreas poco exploradas como la costa austral, sitios de reproducción, ámbitos de hogar y uso del hábitat, efecto de zonas productivas intensivas y de especies introducidas.

El Programa de las IBAs también abrirá las puertas para fortalecer la conservación de especies dentro de las IBAs propuestas que tienen algún grado de protección, como áreas del SNASPE, sitios Ramar, sitios Prioritarios para la Conservación de laz Biodiversidad, Reservas Privadas y áreas libres de caza (ver Conservación y sistema de áreas protegidas). Igualmente, la observación de aves y el turismo de naturaleza se verán fortalecidos en los sitios propuestos como el Humedal-Marisma Rocuant-Andalién así como otros sitio cerca de grandes centros urbanos los cuales tienen el potencial de actuar como caldo de cultivo para futuros ornitólogos, conservacionistas y observadores de aves. Adicionalmente, deben mitigarse las amenazas presentes en mucho de los sitios mencionados, alguno de los cuales podrían incluso provocar desapariciones cercanas si no se toman las medidas necesarias

El programa de las IBAs en Chile podría de jugar un papel fundamental en actividades como:
 • Establecer una legislación moderna para la conservación de flora  y fauna.
 • Implementar estrategias de conservación de biodiversidad.
 • Restauración de humedales que han sido deteriorados como resultado de una cultura que ignora su valor.
 • Promover grupos de trabajo multisectoriales (incluyendo instituciones públicas, compañías privadas y comunidades locales)

Los próximos pasos en el programa de las IBAs en Chile ( desde este estudio que inicio el 2009 y algunos ya se han llevado a cabo siendo este el año 2014) incluirán la validación de los sitios por parte de una amplia comunidad ornitológica en talleres regionales, la confirmación completa del juego completo de IBAs así como una planificación estratégica, la implementación de acciones de conservación y monitoreo de sitios, entre otros.




Fuente:http://www.ciencias-marinas.uvigo.es/bibliografia_ambiental/aves/Ibas%20America/Chile_es.pdf